El que vagaba por los empedrados callejones
paseaba su dolor por la ciudad
y anunciaba al mundo su final
De amargo entrecejo su mano
terminaba en una hoz
Los sueños olvidó en el calendario
apuntados con bolígrafo azul
Un manchón en las esquinas del mantel hogareño
Huella de tiza borrada tras sus pasos
Va resucitando cadáveres
devolviendo la luz a los ojos ciegos
abriendo puertas haciendo
caminar a los cojos
desandando todo
revertiendo días en noches y noches en días
Lleva su signo por los rústicos callejones de una ciudad portuaria
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